No importa el agua que se enfría lentamente,
ni el pulmón que arde.
o el papel húmedo.
o la consecuencia del muss Sein.

Tampoco el rojo que se diluye ni el hueso que presiona la cerámica.


Mucho menos las alas encharcadas, el do sostenido, el cigarro de Oliveira, el nihilismo o la persecución de la idea.

Importa la polilla que se empeña en cruzar el cristal.
La retina que se curva.

Quiero llenarme de conceptos y dejar que aneguen los pulmones en carne viva.