Pero es necesario seguir, aunque sea por inercia,
sístole,
diástole,
sístole.
No es tan díficil como coger las reiminiscencias e ir poniéndolas cada una en su eje cardinal correspondiente de la puta habitación. Se me tuercen las noches. Se me alargan las horas, un cronos que juega a cambiar mi percepción del antes y el ahora; y el café de está mañana parece el café del siete de Febrero, y el almuerzo de hoy parece estár aún en el limbo de las cosas por suceder (Pero que tarde o temprano serán)
Se me derrite el marrón del iris, lo llevo también bajo la mirada, eso deja a mis ojos con un color lejano, que no es mío, vacío. Una mirada vacía para una persona hueca. Armonía.
Lo que más me incordia es el All the world a stage. Se atreven a considerar las causas, como si todo fuera reducible a un por qué. A un cómo. Como si todo no fuera la mezcla de miles y de nada.
To be or not to be. Afrontar las pedradas o dejarse.
Los días sístole-diástole-sístole no pueden ser eternos.
Porque nada lo ha sido.
1 comentario:
¿Mejor o peor que un día rojo?
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