13.6.11



-“Tengo estos huesos hechos a las penas
y a las cavilaciones estas sienes:
pena que vas, cavilación que vienes
como el mar de la playa a las arenas.”

Cerró el libro y miró el reloj, eran más de las tres de la madrugada, dejó consumirse un último cigarro y apagó la lámpara que había sobre la mesilla.

Llevaba tres noches durmiendo en el sofá, frente al ventanal del salón.

Ella llevaba tres días sin aparecer.

Pero si ella no aparecía, es porque no quería. Y eso le amarga aún más. Y se culpa, claro que se culpa. Pero qué importa ahora la culpa. Importa que ella no ésta. Eso importa.

-“voy entre pena y pena sonriendo.”

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